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La pintura como experiencia cognitiva es un manual que induce a reflexionar desde la práctica sobre las experiencias basadas en la concienciación de los procesos cognitivos, llevadas a cabo en el Laboratorio de Pintura Cognitiva de la Universidad de Barcelona tras estimular, potenciar y canalizar la investigación pictórica. Esta obra es una muestra del compromiso docente y de investigación, después de más de cuarenta años de dedicación, de Domènec Corbella, ahora profesor emérito de la Universidad de Barcelona.
Me produce una gran alegría abrir esta publicación, que surge por iniciativa del profesor Domènec Corbella y del Laboratorio de Pintura Cognitiva (LPC), que creó en el curso 2009-2010, por el hecho de estar en buena armonía con su sistema de trabajo pedagógico. Ya hace bastante tiempo que me aproximo al comportamiento comunicativo humano desde un marco teórico en el que tienen un papel fundamental disciplinas como la ciencia cognitiva, la neurociencia, la genética o la psicología evolucionista. Desde esta reflexión sobre el comportamiento cognitivo, en los últimos años, me ha encantado explorar espacios del conocimiento tan fascinantes como los de la felicidad, el talento o la creatividad. En todos ellos hay un elemento básico común relacionado con el procesamiento de la información. La actividad cognitiva tiene que ver con este proceso. Justamente la enmarca, ya que todo empieza a partir de estímulos percibidos a través de sensaciones, de recuerdos, de imágenes o de pensamientos.
La cantidad de información que nos llega es muy grande, inalcanzable – más de 200.000 millones de bits –, y, por tanto, la mayor parte no alcanza a cruzar los umbrales de nuestra conciencia. Un montón de sistemas de filtrado, de inhibición y de neutralización actúa con el fin de que podamos desarrollar la actividad cognitiva necesaria y suficiente para sobrevivir. En este sentido, debemos decir que estamos muy bien equipados con filtros perceptuales y mentales que esconden gran parte de lo que nuestro cerebro procesa en su «sala de máquinas». A veces mediante unos cálculos que incluyen millones de apreciaciones por segundo. Nos llegan tantos estímulos, señales, signos, mensajes a través de los órganos sensoriales que, si tuviéramos que focalizar nuestra atención y concentración en todos ellos, viviríamos totalmente desbordados. Además, para procesar y descodificar esta información, el cerebro, mediante fascinantes procesos de realimentación, da acceso constantemente a imágenes y recuerdos almacenados en los archivos mentales de nuestra memoria. Gracias a estos filtros cognitivos, la mayor parte de la información que entra nunca conseguirá penetrar en el universo de nuestra conciencia.
Ahora bien, no sería nada descabellado pensar que estos filtros mentales encargados de bloquear información no son iguales para todos. Habría algunos individuos dotados de un potencial determinado – alguna especie de talento –, capaces de incrementar notablemente la cantidad de estímulos sin filtrar y, además, quién sabe si con una competencia especial – talento – para cruzar rizos de realimentación, de manera fantástica, con información ya almacenada. Esta información no sometida a filtrado que alcanza la conciencia puede provocar experiencias porcentuales bien extrañas, como la sinestesia o el hecho de oír voces o ver personas creadas, generadas, desde conexiones cerebrales muy singulares. Este tipo de desinhibición cognitiva también podría ser la causa de estados de «flujo» o de salir de la órbita del tiempo. Pueden ser momentos de mucha creatividad, y tenemos toda una multitud decasosenelmundodelarteodelaciencia, comoVanGoghyNash, perotambién en el ámbito del deporte, la danza o la religión. De modo que, en momentos de reflexión, de introspección, de entrada en espacios mentales especiales, los filtros cognitivos se relajan y permiten que las ideas o imágenes que se encuentran más escondidas en el cerebro emerjan a la conciencia generando pensamientos raros, poco frecuentes, en la mente de las personas creativas.
En mi opinión, esa es la función fundamental del Laboratorio de Pintura Cognitiva como entidad generadora de competencias – conocimientos, habilidades y actitudes para favorecer el uso de mecanismos de desinhibición cognitiva de forma creativa –. He aprendido mucho de la creatividad de mis alumnos del máster – muchos de ellos también trabajan en el Laboratorio, y me gusta pensar que la escasez, a menudo, de filtros cognitivos podría explicar su tendencia a focalizar, y mucho, los contenidos de su mundo interior, incluso, a veces, acerca de sus necesidades sociales o académicas. Sí, entiendo que cuando la conciencia se llena de un espacio saturado de un conjunto de estímulos inusuales, debe resultar muy difícil – por no decir imposible – no centrar la atención en este mundo interior. Lo he visto en alumnos muy creativos y creativas que estoy convencido de que realizarán obras muy importantes en el mundo de la fotografía, la pintura, la escultura, la poesía, la filosofía, la psicología o la ciencia.
Fácilmente se deduce que una reducción de la inhibición cognitiva debe permitir la entrada de mucho más material a la conciencia, y que mediante procesos caóticos deterministas a la hora de reprocesar y recombinar la información pueden muy bien hacer emerger estructuras novedosas y originales capaces de generar ideas creativas. De hecho, la aplicación de sofisticadas técnicas de neuroimagen apoya la propuesta de considerar que los individuos más creativos experimentan más desinhibición cerebral que los menos creativos.
El Laboratorio de Pintura Cognitiva intenta canalizar esta capacidad de hacer emerger pensamientos inusuales, de hacerlos fluir, y procura alimentar, mimar, todo tipo de prácticas que favorezcan no solo la fluidez, sino también la flexibilidad, tan propia del pensamiento divergente. La tarea del Laboratorio, expuesta en el texto que presentamos, no es más que la de favorecer la incubación de las ideas originales y creativas. Desde el Laboratorio se quiere mimar la creatividad a base de crear entornos físicos y mentales que estimulen la emergencia de productos generados mediante sofisticados procesos de autoorganización que han tenido lugar en la mente de personas con mucho talento. Confieso que, a menudo, en mis clases de El color de las emociones, en mis alumnos y alumnas con muchísimas chispas he notado la presencia de este talento que entre todos intentamos estimular y potenciar.
Sebastià Serrano